El adiós a Valentín Tosi. Lo que su partida me dejó y lo que los bomberos podemos aprender de ello.
- edgardoeducar
- 30 abr 2023
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 2 may 2023
Con este artículo espero honrar la memoria, el alma de Valentín y poder abrir el debate para que podamos hablar y prevenir que sucedan situaciones similares en bomberos.

El miércoles pasado (como cualquier otro día) estaba revisando mi Instagram cuando de pronto en la pantalla de mi teléfono aparece una noticia que ningún bombero espera leer en su vida publicado por Bomberos Voluntarios de La Boca: "Con mucho dolor informamos el fallecimiento de nuestro Bombero, amigo y compañero Valentín Tosi, quien en el día de ayer decidió suicidarse".
Me quedé verdaderamente impactado. Cómo alguien tan joven, tan bombero voluntario como yo, tan repentinamente tomó esa dura decisión. Me dolió más el ver que hasta hacía algunos días estaba en el cuartel recibiendo un diploma por sus logros.
Sentí su pérdida cercana . Como si fuese un colega que conocí en algún momento. Sensación que me duró varios dias y que dialogando con colegas de mi cuartel, también percibieron algo parecido. Yo no conocí personalmente a Valentín, nunca trabajé con él. Y más allá de que no es la primera vez que un bombero se suicida, este caso a mí me dolió y particularmente me sensibilizó.
Vale aclarar que el caso de Valentín NO está asociado a la depresión. Esto lo puedo afirmar luego de haber tomado contacto con gente que lo conoció y tuvo trato con él. A fines del objetivo de este articulo, yo me enfocaré particularmente en una situación que, en algunos casos, podría llevar al suicido pero que NO es el caso de Valentín.
Todos los bomberos esperamos salir a las emergencias, hacer nuestro trabajo, volver sanos y salvos. Esperamos llegar al cuartel y que algunos camaradas que ya estén cuan equipo de fórmula 1, listos para dejar el vehículo en competición en segundos y armados con trapos, baldes, detergente y una manga para abastecer el camión pongan todo en condiciones. Y con suerte algún alma caritativa (o nuevo al que lo mandaron) haciendo mates. Esa es la escena ideal. Todos contentos y felices en esta historia cotidiana a muchos cuarteles. Esperamos que este sea el ideal que suceda.
La noticia del fallecimiento de un bombero es una de las más tristes que podemos escuchar. Cuando uno de nuestros compañeros pierde la vida en el cumplimiento de su deber (o en este caso, por suicidio), es un recordatorio de lo frágil que puede ser la vida.
Ninguno de nosotros espera que un integrante de la dotación se lastime y mucho menos que alguno muera en una intervención. Si bien no es común, eventualmente pasa. Y cuando pasa (y por lo menos a mí me sucede) nos mueve toda la estantería, la cabeza se me llena de preguntas: ¿Cuántas veces nosotros estamos expuestos a situaciones riesgosas? ¿Qué habríamos sentido si le pasa eso a un camarada con el que salimos a una intervención? Y mucho menos se espera que uno de nosotros se suicide. Nos ponemos a pensar en qué lo llevó a eso o por qué tomó tal decisión.
Duele. Desde la lejanía de lo que le pasó a Valentín duele. Saber que se fue joven y con un futuro por delante duele. Lo que pude saber de él es que en diciembre se recibió de Maestro Mayor de Obras, es decir, que él hace muy poco terminó la secundaria y como muchos de nosotros/as, abrazó la profesión de bomberos como una elección de vida y de pasión. Que un bombero se lastime en una emergencia nos preocupa y dentro de todo el sistema afecta lo que le pasa a ese bombero independientemente del cuartel que sea. Lo mismo sucede en el caso de Valentín. Si bien afectó directamente a nuestros colegas de La Boca, Valentín fue bombero, y bomberos somos todos en una amplia red de personas que forma parte del sistema voluntario. Y también nos duele y empatizamos con él, sus compañeros de cuartel y sus seres queridos.
En el Instagram de Bomberos Voluntarios de La Boca (cuartel del que era/es Valentín) la reconocida especialista en psicología de la emergencia Alicia Galfaso (@aliciagalfaso en instagram) escribió una publicación en la que se menciona:
“Hoy en día el suicidio es un tema de suma importancia así como también es una realidad que nos atraviesa cada día. Las preguntas son muchas y las respuestas son pocas. Sabemos que es multifactorial, ósea que son muchos los factores en juego desde lo biopsicosocial. Uno de los principales obstáculos de abordaje es el estigma social que conlleva. Se intenta no nombrarlo o no hacerlo público con la sensación de minimizar el impacto. La realidad es que solo evidenciando un problema y comprendiendo que nos atraviesa como sociedad es que podremos encontrar juntos el camino para su prevención”.
Lo cual, es parte de una realidad que transitamos dentro de bomberos. Sea suicidio o depresión o alguna cuestión mental, nos afecta e impacta a las instituciones bomberiles. Somos seres humanos que vivimos distintas situaciones. Nos pasan muchas cosas día a día en el ámbito familiar, laboral, personal, etc. que nos afectan. Y no es que colgamos en la taquilla, nuestro traje de persona y nos ponemos el de bombero al que no le pasa nada. Somos personas que lidiamos constantemente con diversas realidades.
Para muchos que transitan (o que transitamos en algún momento) la depresión no resulta sencillo hablar de ello o es tan facil pedir ayuda.
La depresión es algo que se suele transitar y pelear en soledad y contra uno mismo. Contra una versión de uno mismo que habita en la mente y que lo agobia o nubla toda esa felicidad que se puede tener. En ocasiones solemos escuchar frases como “tenés que hablarlo”, “tenés que ir al psicólogo” o “tenés que contárselo a un superior”, pero llegar a eso es más difícil de lo que parece para alguien que está inmerso en ella.
No todos los que sufren de depresión llegan al suicidio, obviamente, pero es una circunstancia que ayuda a que uno no piense claramente en un conciliación con uno mismo, con sus emociones y con la realidad.
Nadie en una condición de bienestar plena piensa en suicidarse, o en lo cotidiano del día a día piensa hacerlo. Pero cuando uno está ahogado en problemas o por algunas situaciones que no te dejan reflexionar claramente y no te sueltan, es un poco más difícil encontrar la salida.
Me dolió muchísimo lo de Valentín. Es una pena gigante que no haya encontrado la forma de transmitir lo que le pasaba u otra salida a sus problemas. No dudo que debe haber sido dificilísimo llegar a ese punto.
La licenciada Galfasó menciona en la misma publicación que Valentín:
“contaba con espacios de cuidado emocional, herramientas propias y de su entorno para contener y acompañar, y la posibilidad de pedir ayuda inmediata si lo hubiera hecho. El suicidio no siempre se puede anticipar”.
Es duro leer comentarios increpantes al estilo de “porque nadie se dio cuenta”. Y creo que un poco por experiencia propia lo sé: Porque no es sencillo exteriorizar las emociones, ni se trata de hacer una actuación para las personas con las que uno comparte la vida en ese estado de ánimo. Simplemente surge seguir como si nada pasara. Darse cuenta que alguien está atravesando un mal momento o un estado de ánimo depresivo (en ocasiones) es difícil ya que no siempre se exterioriza o es fácilmente visible.
No es sencillo saber qué le está pasando a una persona. En algunas es más evidente que en otras. Hay personas que por su comportamiento es más claro notar que tuvo un mal día, ya que hubo un cambio en su conducta debido a que son más transparentes en cuanto a lo que exterioriza, lo que se comparte con el exterior. Algunas personas tienen la facilidad para contar sus emociones o sentimientos y así es más fácil para quienes las rodean, asistirlo y darle ánimo.
Nadie en condiciones de bienestar como dije, piensa en suicidarse.
En respuesta a la publicación de la licenciada Alicia Galfaso, la tía de Valentín escribe: "Me quedan las largas charlas compartidas, los momentos que vivimos. No hubo advertencias previas. Todo lo vivió a pleno, y dió muestras de su sensibilidad como persona a cada uno de los que tuvimos la dicha de conocerlo. Recibimos las muestras de afecto de tantos amigos y compañeros que tenía! Recibimos el gran afecto y contención de todo el equipazo que es Bomberos Voluntarios de La Boca. Aún en proceso de saber que ya no cuento con su presencia, agradezco a cada uno que se acerco desde su dolor a contarme alguna hermosa anécdota vivida con él. (...) todo el equipo PAE estuvo acompañándonos para intentar comprender esta dolorosa decisión. Agradezco que se visibilice (...) fue impactante ver que es mas frecuente de lo que se imagina"
Hay que hablar de estos temas en los cuarteles, sin estigmatización, sin juzgamientos. Escuchar frases como “problemas tenemos todos”, “está mal, de seguro por una tontería” “no es para estar así”, “ojalá yo tuviera esos problemas” no contribuyen a que uno se pueda abrir emocionalmente y pueda pedir ayuda en algunos espacios o entornos con las personas que nos rodean. Todos percibimos la realidad (y los problemas) de distintas formas y las habilidades para procesar los problemas y manejar los estados de ánimo no son las mismas para todos.
Tampoco es que uno quiere preocupar a la gente cercana. Es un proceso que se lleva en soledad y en silencio, lo cual lo hace más difícil de percibir por todos. La depresión es una enfermedad que puede afectar a cualquiera, independientemente de su edad, género o estatus social. Los síntomas como sabemos, pueden variar desde la tristeza persistente, la falta de energía, la falta de interés en las actividades diarias, hasta el insomnio y los pensamientos suicidas.
Durante el año pasado atravesé un periodo de depresión causada por el estrés laboral que tenía (no en bomberos, sino en mi trabajo como docente con dos turnos y muchas responsabilidades diarias) debido a la presión excesiva que tenía y el cual fue el resultado de un desequilibrio entre las demandas laborales y los recursos que yo tenía disponibles para cumplirlas de manera eficiente (sumado a la autoexigencia que me pongo cuando quiero hacer las cosas bien).
Durante ese periodo hubieron momentos con pensamientos muy muy oscuros propios de no poder pensar y analizar con claridad la situación en la que estaba -por estar sumergido/ahogado/agobiado en ella. Estaba mal, triste, cansado, sin motivación. No disfrutando de vivir la vida que estaba llevando asi de ese modo. Pero no me percataba de ello. Asumía que la vida era asi. Y me tenía que acostumbrar.
Aquí el apoyo de mi familia, mis amigos cercanos y algunos compañeros fue clave para darme cuenta de lo que me estaba pasando y accionar para revertir dicha situación. “Dejá un turno de trabajo y tené más tiempo libre para vos”. Esto parece simple de decirlo ahora que ya superé todo eso, y que aprendí a conocerme y reconocer mis emociones es fácil. Pero en ese momento no lo veía posible. Todo era oscuro y cansador. Me pesaba mucho vivir cada día.
Yo no me daba cuenta que estaba tratando de sostener muchas cosas. Y las hacia bastante bien. Pero sostener todas esas actividades correctamente y hacer bien mi trabajo, implicaba que tenga un desgaste emocional muy fuerte que se sentía en la soledad de mi casa.
Gracias a los que me conocen, me vieron y escucharon me guiaron para aclarar mi panorama y pueda tomar decisiones que me devuelvan calidad de vida y bienestar. Gracias a ellos hoy disfruto sin presión de todo lo que hago. Y sobre todo me ayudaron a realizar acciones para evitar sobrecargarme tanto de tareas y trabajos.
Es importante comprender que la depresión no es una debilidad personal, sino una enfermedad que requiere tratamiento y apoyo adecuados. Sin embargo, la falta de comprensión y el estigma asociado con la enfermedad pueden dificultar el acceso a la atención necesaria.
Según la Organización Mundial de la Salud, el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Según esta organización la mayoría de los casos de suicidio están relacionados con la depresión.
Es fundamental que aquellas personas que padecen depresión reciban la atención y el tratamiento y el apoyo adecuado para prevenir que cometan este acto. Los tratamientos pueden incluir terapia, medicamentos y apoyo emocional de familiares y amigos. Además, es importante que las personas que experimentan depresión y pensamientos suicidas busquen ayuda (aunque sea muy difícil) profesional inmediata. Hay recursos disponibles, como líneas de ayuda y servicios de emergencia, que pueden brindar apoyo y orientación a quienes necesitan ayuda.
No sé por qué Valentín tomó la decisión repentina de hacerlo. Y no puedo y ni debemos juzgarlo. Nadie de su círculo familiar, de amistades y compañeros hubiera deseado que a Valentín le pasara eso. En parte siento que su historia me golpeó fuerte, me entristeció mucho porque en el fondo empatizo con él a partir de lo que viví y sentí en el pasado. Me imagino el dolor de quienes lo querían y estuvieron en él, de no haberse dado cuenta que algo le sucedía. Pero repito, no siempre es fácil darse cuenta que algo pasa.
En momentos como estos, es importante permitirnos sentir la tristeza y el dolor de la pérdida de Valentín (o de cualquier otro colega Bombero). A los queridos Colegas de Bomberos Voluntarios de La Boca, un enorme abrazo a la distancia en este triste momento de dolor y pérdida, entiendo lo duro que puede ser para todo el cuerpo activo transitar esta situación.
Podemos recordar el legado y los recuerdos construidos con él. Podemos honrar su memoria apoyando a su familia, amigos y compañeros/as.
Con este artículo espero honrar la memoria y el alma de Valentín y poder abrir el debate para que podamos hablar y evitar que sucedan estas situaciones en bomberos. Es crucial comprender la relación entre la depresión y el suicidio y tomar medidas para prevenir la tragedia de esta última. La educación, el apoyo emocional (que por suerte se está incorporando cada vez más al sistema de bomberos) y el acceso a la atención médica adecuada son herramientas fundamentales para prevenir el suicidio y apoyar a quienes luchan contra la depresión.
Lo que le pasó a Valentín me movilizó a la reflexión más de lo que podía yo imiaginar. Pienso que en este momento en la Argentina (según los datos oficiales del Consejo Nacional) existen más de 1.100 Asociaciones con 58.0000 bomberos/as voluntarios/as .y que muchos estarán viviendo un sufrimiento muy alto o una pena muy profunda.
Pertenezco a un cuerpo de bomberos que en el año 1994 sufrió la perdida de 25 camaradas caídos en cumplimiento del deber y puedo asegurar que más allá de las distancias temporales/generacionales que hay, siguen presentes con nosotros. No están físicamente, pero están en la memoria de los que abrazamos con cariño a nuestro cuartel en Puerto Madryn. Valentín de seguro (y al igual que todos los camaradas que ya no están con nosotros) va a vivir en el latir de los corazones de los bomberos que lo conocieron y compartieron emergencias con él.
Recordemos ser amables entre nosotros, con lo que nos decimos, con el trato que nos damos entre compañeros. No sabemos la situación que puede estar atravesando nuestro colega y necesita ayuda.
Espero honrar la memoria de Valentin con el respeto, el amor y cariño que él se merece, al igual que su familia, sus seres queridos y los camaradas de la Asociación de Bomberos Voluntarios de la Boca.

Gracias (sin haberte conocido) por haber compartido la misma pasión por bomberos que yo. Espero que lo que sucedió ayude a que otros bomberos tengan más herramientas para sobrellevar sus emociones y sus distintas situaciones. Gracias por todo Valentín. Donde quieras que estés en el universo, espero que encuentres descanso a tu dolor.
Saludo Uno, estimado camarada.
Cabo Edgardo Reina.
Prof. Educación Primaria.
Línea de prevención del suicidio: tel:135 (línea gratuita)
(011)5275-1135 o 0800 345 1435 desde todo el país
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